Josep Palau i Fabre, in memoriam
Hace 30 años conocí a Josep Palau. Eran los tiempos del Congreso de Cultura Catalana cuando una serie de escritores, artistas y personalidades diversas de la cultura se ofrecían para presentar por pueblos y ciudades los objetivos del Congreso. Uno de ellos era Josep Palau. Quién mejor que él para realizar la presentación en Horta de Sant Joan (la Horta d’Ebre de Picasso); Palau ya conocía Horta, hablaba de ello en su libro Picasso en Cataluña y había realizado un film sobre los lugares picassianos de Cataluña. Me puse en contacto con él y aceptó encantado desplazarse a Horta a presentar el Congreso. El acto fue un éxito, pero el verdadero éxito para nosotros fue su propuesta de crear un centro que acogiese los facsímiles de todas las obras realizadas en Horta por el pintor malagueño. Él nos guio, localizó las obras, encargó los facsímiles. Sin su ayuda personal y su obra, el Centro Picasso de Horta no existiría. Desde entonces le he visitado en múltiples ocasiones. Debo decir que cada vez era más difícil encontrar un sitio para sentarse en su casa, pues los libros, la correspondencia, las notas… todo lo invadían. Tuve la suerte de seguir la confección de la maqueta del Picasso vivo, la obra que inicia el estudio más completo sobre Picasso (espero que pronto aparezca el cuarto volumen, estamos esperándolo impacientemente). Han sido muchos los ratos compartidos con él hablando del pintor malagueño. Nosotros conocíamos algunas anécdotas de las estancias del joven Picasso en Horta, especialmente de la segunda, en 1909, contada por nuestros padres y nuestros abuelos. Pero hablando con Palau aprendimos que la relación entre Picasso y Cataluña, y en concreto con Horta d’Ebre, iba mucho más allá de unas pocas anécdotas. Pero, especialmente, aprendimos a querer a Picasso. A quererlo como Palau entiende que se debe querer. En la Enseña del libro Querido Picasso Palau escribe estas sencillas y contundentes palabras: “Querer a alguien es aceptarlo tal como es, no como nos gustaría que fuera”.
En los libros Picasso en Cataluña y Picasso i els seus amics catalans [Picasso y sus amigos catalanes] Palau nos mostró un Picasso arraigado a la tierra catalana –Barcelona, Gósol, Horta d’Ebre– y arraigado a unos amigos de juventud, siéndolo, algunos de ellos, toda la vida, como nuestro Manuel Pallarès. Palau devolvió a Cataluña Las señoritas de la calle Aviñón de Barcelona cuando ya se daba por hecho que eran producto de una inspiración francesa. Y tantos libros, traducidos a muchos idiomas donde consta por exigencia de Palau, la frase “Traducido del catalán”, y en los que Palau muestra la evidencia de la catalanidad de Picasso.
No es necesario efectuar aquí un elogio del exhaustivo y documentado estudio que Palau realiza de Picasso y su obra, fruto de muchas horas de investigación y entrevistas con el pintor. Sus libros y el reconocimiento internacional lo dicen todo. Ha estudiado su obra con una profundidad y perfeccionismo que le han llevado a visitar los lugares donde se inspiró el pintor en la misma época del año en que fue realizada, para captar los colores y las tonalidades tal como las captó Picasso. En el libro Querido Picasso anteriormente citado, hacia el final con la ingenuidad y honradez que caracteriza todo el texto, Palau explica cómo Madame Leiris en presencia de varias personas pregunta a Picasso: “¿De todos los que se ocupan de su obra quién cree que lo hace con mayor acierto, con quién confía usted más?” Picasso, responde: “Palau”.
Pero Palau todavía ha ido más allá, más allá de lo que han llegado otros estudiosos de la obra picassiana, Palau ha sabido captar el lenguaje críptico muy presente en las obras de Picasso, porque Palau es poeta. Ha entendido mejor que nadie el significado de la obra picassiana, porque la ha estudiado no sólo como erudito sino también como creador. Eso le ha permitido no sólo aproximarse más que otros a ella sino también a identificarse con ella.
Hace unos años, un amigo nuestro, el Dr. Enrique Mallén catedrático de la Universidad de Tejas y director de ON LINE PICASSO PROJECT, la web más importante sobre el pintor, me pidió que le consiguiera una entrevista con su admirado Palau i Fabre. Así lo hice. Al llegar a Barcelona Mallén me explicaba: “Ayer antes de salir, mi mujer me preguntó, ¿qué vas a hacer a España?, pensando que iba a visitar alguna exposición o a dar una conferencia, le respondí: voy a ver a Picasso”. Y me aclaraba: “Hoy la persona que más puedo identificar con Picasso y su obra es Palau”. Estoy totalmente de acuerdo con él.
Ha sido todo un lujo para nosotros que un poeta catalán haya estudiado Picasso con la intensidad dedicada por Palau, porque sólo un poeta podía entender que en las obras cubistas de Horta, donde nuestra apreciada montaña de Santa Bárbara y el cuerpo de la compañera de Picasso Fernande Olivier se confunden, hasta hacer imposible distinguir los pliegues de la ropa o de los cabellos con los repliegues rocosos de la montaña. Picasso quiere mostrar en ellas la fusión de sus dos amores de aquel entonces: Horta y Fernande.
Sólo un poeta conocedor del talante de Picasso podía entender que las casas translúcidas de las obras realizadas en 1909 de Horta, como La balsa o Casas sobre una colina, son mitificación y homenaje a un pueblo en el que el pintor fue feliz, el pueblo donde, según palabras de Palau, Picasso dio con el “Paraíso perdido”. Palau expone en el libro Picasso cubismo:
“Horta representó por mucho tiempo en su vida –quizá para siempre– el Paraíso perdido, aquel paraíso perdido que casi todo el mundo, en una u otra forma, lleva dentro de sí”.
Ahora, Josep, ya estás en el Paraíso, allá donde va la gente que quiere y es querida, con toda seguridad allí habrás encontrado a tus amigos y entre ellos, a Picasso.
Josep Palau i Fabre, gracias por querer a Picasso, gracias por ser poeta y gracias por amar a Cataluña.
Descansa en paz. Siempre estarás en nuestro recuerdo.
Gracias por todo.
Elias Gaston
Centro Picasso de Horta
Febrero 2008